viernes, 23 de octubre de 2009

Reflexiones. CARTA A DOÑA ESCUELA

Estimada “Doña Escuela”

Reciba con humildad y admiración mi saludo. Sé que no es el mejor momento para atenderme; pues, me dicen que esta muy ocupada poniéndose al día con eso que llaman “Cuadratura Escolar e Innovación Pedagógica”, fruto de los cambios que se están suscitando en el país. El otro día quise comunicarme con usted, pero se encontraba ocupada, no con las innovaciones pedagógicas o la cuadratura, sino en asuntos administrativos que entiendo le quitan mucho tiempo. Es por esta razón que hoy no dudo, a pesar de sus ocupaciones, en dirigirme a usted para comunicarle algunos problemas, preocupaciones y satisfacciones que me invaden.

En primer lugar quiero pedirle disculpas por las veces que no ha respondido a sus convocatorias a reuniones de docentes. Me da mucha pena, pero ya sé que es para ponerme quejas sobre el desalojo del departamento, porque requiere de dicho espacio para la subdirección administrativa, además de quejarse porque no firmo la carpeta de asistencia que esta ubicada en la entrada de la institución. ¡Ya no se que hacer! El mobiliario fue sacado del departamento de manera arbitraria y sin participación a los cuatro docentes que allí laboramos. ¡Ojalá! Algún día encuentre a alguien que entienda, oriente y ayude a cognitar la atención que allí se brinda a los estudiantes, de manera de corregir tal situación.

Usted sabe Doña Escuela que los tiempos han cambiado y que estoy preparada para asumir educar en tiempos modernos, pero usted no toma en cuenta mis planteamientos. La última vez que asistí a su convocatoria de consejo hace más de 6 meses se tuvo que dar cuenta lo callada que estuve al igual que la mayoría de los compañeros. Me invadió la desesperación porque habló muy fuerte, me dijo que si no aceptaba el horario de 36 horas para laborar en la mañana y en la tarde, pasaría a orden de la zona; también sugirió un traslado sino aceptaba; y usted Doña escuela continuaba en la retórica de la distribución de compañeros, entrega de horarios, no permisar a los estudiantes en horas de clase entre otros. Me dió mucha impotencia al solicitar mi derecho de palabra y el mismo fue negado al igual que otros compañeros. Razón por la que abandoné el recinto.

Dentro de tanta angustia, quiero decirle Doña Escuela que antes era visitada con mas frecuencia por Padres y representantes e incluso personas de otras instituciones, caminaba por los pasillos y compartía la algarabía de los estudiantes durante el receso y atendía personalizadamente situaciones de compañeros, estudiantes y representantes, se realizaban las clases vivenciales y compartíamos las experiencias pedagógicas obtenidas de cada grado o curso, la praxis profesional era dinámica, constructivista y humanista. Sentí una gran alegría al verla tan cerca de la escuela que queremos y que tanto necesitamos. Nunca la había sentido tan dentro de mí, como aquellos días. Como me gustaría frecuentemente así. Le aseguro que de esta manera no tendría necesidad de enviarle cartas.

En segundo lugar, si algo debo agradecerle Doña Escuela es vivir el día a día con cada uno de mis estudiantes, porque el desempeño docente exige de un estándar de calidad para formar ciudadanos y nuestros errores puedan ser como el maestro que marcó a Hitler en la historia o por el contrario pueda ser aciertos como el de Simón Rodríguez al Educar a Simón Bolívar.

Doña Escuela, Disculpe que le quite tanto tiempo, pero quería hablarle. Entiendo que son muchas sus ocupaciones para entretenerse con mis problemas. Seguramente está ocupada, pues si algún supervisor la sorprende leyendo mi carta, la sancionará por no cumplir con su trabajo.
Finalmente, le pido Doña Escuela que si le queda tiempo pueda usted LEER mi carta e INVESTIGAR y solucionar las situaciones que acontecen en su entorno. Para ello, Cuente conmigo siempre…

Atte
Lic Janette Paiva